Paradise City 0.3
WHERE THE GRASS IS GREEN AND THE GIRLS ARE PRETTY
Jun
02.
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Categoría: humor, jolibú

El febrero pasado, Jordi Évole y su Salvados emitió, en exclusiva, un documental donde se desgranaba una explicación alternativa a los sucesos que provocaron el golpe de estado de 23 de febrero de 1982. Esta explicación alternativa, que contó con la participación de politicos, periodistas y personalidades de la cultura todos conchabados con la historia general, se preparó como denuncia de la situación de los documentos clasificados del 23-F, que, por decirlo finamente, no se verán en público hasta el fin de los tiempos.

Pero el caso, que levantó tanta polvareda, es que la idea no es original. De hecho, el otro día encontré el mitiquísmo documental falso de Spinal Tap: This is Spinal Tap realizado en 1984. La realidad ficticia es el seguimiento de la gira americana de un grupo británico de rock en plena decadencia, sus vivencias, sus roces y la convivencia entre sus miembros. Falso documental donde los actores, músicos semiprofesionales y desconocidos por la época, hablan de sus cuelgues, su música, su futuro y su pasado.

 [Nigel is playing a soft piece on the piano]

Marty DiBergi: It’s very pretty.

Nigel Tufnel: Yeah, I’ve been fooling around with it for a few months.

Marty DiBergi: It’s a bit of a departure from what you normally play.

Nigel Tufnel: It’s part of a trilogy, a musical trilogy I’m working on in D minor which is the saddest of all keys, I find. People weep instantly when they hear it, and I don’t know why.

Marty DiBergi: It’s very nice.

Nigel Tufnel: You know, just simple lines intertwining, you know, very much like – I’m really influenced by Mozart and Bach, and it’s sort of in between those, really. It’s like a Mach piece, really. It’s sort of…

Marty DiBergi: What do you call this?

Nigel Tufnel: Well, this piece is called «Lick My Love Pump».

Y el caso es que triunfó. No es que fuese algo del momento, si no que, a lo largo de los años, las bromas, las frases y la música del documental han ido adquiriendo rango de leyenda. La frase «Hello, Cleveland!!» gritada a pleno pulmón mientras los miembros del grupo van recorriendo las interioridades del teatro donde intentan dar el bolo de esa noche es uno de esos momentos que se quedan grabados. Los errores y pifias de los músicos mientras tocan en directo pasan a ser legendarios, como la concha de la que el bajista no consigue salir o el asunto de las medidas del cromlech de Stonehenge arranca sonrisas. No puedes dejar de reir cuando te hablan de los 37 baterías anteriores y de las muertes que tuvieron o de los 11 niveles de potencia de los amplificadores. Y las carcajadas arrecian cuando te enteras que Ozzy Osbourne, el cantante de Black Sabbath, cuando vio este filme que nos ocupa, no le hizo ni puta gracia porque pensaba que todo lo mostrado era real.

Bonus track: Los habituales del lugar recordarán el episodio de los Simpson donde Bart vive su primer concierto de rock y su primera revuelta. Adivinen el grupo de rock que toca (04:22)


Abr
24.
Comentarios desactivados en Dialogo en un Parpadeo
Categoría: basurero, humor

– Tio, dime que no estoy viendo lo que creo que estoy viendo…

– No te lo digo porque yo tampoco creo que lo estoy viendo.

– Voy a llamar ahora mismo a $BOSS para que decirle que lo dejo.

– ¡Serás cabrón!

– Cabrón no. Previsor. Me están doliendo las meninges de ver esta pantalla. Y creeme. Es una sensación que va a peor.

– Si, coño. Creo que llevo 15 años sin saber lo que era esto.

– Mira, ahí te gano. 12. Pero llamo a $BOSS ahora mismo. Estoy viendo un hostión con todo el equipo.

– No te jode… el que hace la aplicación y va a sudar tinta azul soy yo.

– Y el que se lleva el sopapo por antigüedad por estar a cargo de la expedición soy yo. Esto está obsoleto. Fin de ciclo desde hace 10 años mínimo. No quiero responsabilidad alguna.

– Puta.

– Cobramos poco para llegar a ese nivel.

– Nadie cobra lo que cree merecer. Puta.

– Puta tu. Necesito órdenes. Esto no lo salva ni Bill Gates.

– ¿Oye, se estarán dando cuenta estos de que estamos en modo panico?

Todo esto en segundo y medio y comunicandonos con la mirada. Al ver esto.

IMG_20140422_150854


Mar
22.
Comentarios desactivados en Hijo de $$$$ Peligroso
Categoría: humor, jolibú

Un día cualquiera en la vida de Jason Statham:

[vimeo width=»600″ height=»450″]http://vimeo.com/62092214[/vimeo]

Nada que agregar, señoría: Una idea fresca, original, rodada con medios e intención gamberra, con todos los tópicos típicos del cine de acción, de los videojuegos y con tiempo de ver hasta una pechuga de calidad. Menos de cinco minutos. Perdedlos, maldita sea!!!

P.D.: Me ha llegado por otro lado,  pero Jake también lo ha visto….


Hemos tenido un acontecido curioso en el curro. Mis jefes andan buscando un «programador PHP senior». Lo entrecomillo porque es parte importante de la historia. El caso es que se decidieron por un tio que, por contrato, debía haber entrado el martes 8, pero que porque básicamente no le dió la gana vino este último lunes como primer día. Xuxo prometía.

Efectivamente. Y tanto que prometía. En lo que llevamos de semana hasta el miercoles, agarraba al director/gestor/programador senior del proyecto y tenía charlitas de hora, hora larga donde exponía sus planes de futuro. El principal, limpiar y adecentar el código de la aplicación. Que sí, mantiene el gestor, que te doy la razón, que el código no es legible y que gran parte de culpa puede ser mía. Pero que se te ha contratado para programar. No para limpiar.

Y Xuxo insistiendo. Que si le dábamos dos programadores y un mes, dejaría la aplicación pristina. Y el gestor diciendo que no. Que no tenemos dos programadores con tiempo para hacer esas cosas. De hecho, él tendría que ponerse a pensar ciertas soluciones para ciertos problemas urgentes. Esto fue el día 1. Xuxo volvió al día siguiente retomando el ataque. Que le dejasen el mes solo para limpiar la aplicación, que tiene ideas muy buenas. El gestor, santo varón donde los haya y ya con los genitales bastante hinchados, le dijo que ahora mismo, no era la prioridad y que si había pensado en lo que le había pedido para resolver los problemas. Y Xuxo, erre que erre. Que además de limpiar la aplicación, indicaría quien de esos programadores sirve para el proyecto y quien no.

Aquí el gestor se retiró de la conversación de besugos. Llamó a los jefes y les comentó lo que había. Uno de ellos se puso en contacto con Xuxo y le leyó la cartilla. Que la oferta era la descrita entre comillas al comienzo del post. «Programador Senior PHP». En cuyos términos no aparecen las palabras «Gestión» o «Dirección de proyecto». Y el tipo este, que por lo visto no sabe cuando detenerse, tuvo el valor de decirle a mi jefe que él no había venido a picar código, que él lo que quería era hacer una consultoría. El jefe, impertérrito, añadió que «consultoría» tampoco estaba en la oferta que él había aceptado. Y que tendría que ponerse a las órdenes del gestor. Que era lo que había firmado en el contrato. Y arreando.

Hasta aquí el día 2. Xuxo llega por la mañana, se pone a hablar con el gestor y sigue con su petición de limpia de código. Paso a dialogo.

Gestor: Que no, tio, que no. Te lo voy a poner muy claro. NO ERES EL CLIENTE. Nosotros no nos vamos a adaptar a tí. Eres tú el que se debe adaptar a nosotros. Se te han pedido unas cosas y sigues insistiendo con otras. ¿Que hay de lo que te pedí para resolver A, B y C?. No, no digas nada, que ya te veo por donde vas a salir. Esto es lo que hay. Es, o esto, o puerta.

Xuxo: Vale.

Y ha pirado. Con la misma. Con todos sus huevos.

¿Fin? No, todavía hay más. Despues de autoinmolarse, Xuxo preguntó al gestor a ver si podría cobrar los dos días de «curro» que había tenido. El gestor le comentó que él lo preguntaría y que no hiciese nada. ¿Le escuchó? Bueno, si habéis leído hasta aquí, creo que coincidiremos que el tío este, además de maleducado y de sobrado, tiene ese punto de valor tipo kamikaze o «carga-de-la-brigada-ligera». Y volvió a demostrarlo: Haciendo caso omiso de la respuesta del gestor, tuvo los santos genitales de plantarle a mis jefes una factura por dos días y medio de trabajo. Y uno de ellos, que no permite que le chulee nadie, respondió al de 7 minutos con un correo aceptando el cobro y que se ponía en contacto con los abogados para pedir daños y perjuicios por, basicamente, hacernos perder el tiempo a todos.

Retomo el título del post. Todo esto me ha hecho cambiar de opinión. En este país no hay crisis mientras haya gente que desprecie trabajos. Y más, con los humos, modos y maneras aquí narrados. Qué tio.

P.D.: Ya tiene mote el tío: Xuxo I el Breve.


No lo voy a negar. Aun comiendo todo todo todo lo que se me ponga por delante, existe un plato que no soy capaz de comer por mucha hambre que tenga. Fobia infantil, qué le vamos a hacer. Y sé que no viene a cuento y que hay personas que realizarán el planto estupenda y maravillosamente, pero que yo, incluso en caso extremo de vida o muerte, soy incapaz de tragar.

Cocido

Imaginemos la situación. El pequeño MaY, con los mocos babeando en primero de EGB recibe, de parte del alto mando (aka padres) la orden de quedarse a comer en el comedor del colegio. Las cosas como son. Para la manada de críos. prepúberes y adolescentes que recibían comida en tres turnos diferenciados, los menús, en un 90% estaban muy bien. Y reconozco el mérito de las cocineras para realizar tanta comida y que algunos platos, incluso, estuviesen increibles y que todavía sea capaz de recordarlos: las albóndigas con tomate, el jamón con queso, escalopes…

Donde había más problema era con el primer plato. Y principalmente, las legumbres. Los días en los que había cocido de primer plato se nos desataba el ingenio y la picaresca para escaquearnos de comer lentejas, garbanzos, alubias rojas o blancas… Desmontar los panecillos hasta la mitad para rellenarlos con el plato y volver a tapar el agujerito con el pan retirado, aplastar los platos llenos en torres del resto de la mesa, volcar la comida entre los radiadores y, los más osados, acercarse al cubo de la basura, con todos sus huevos, y vaciar directamente el plato. Los cuidadores esos días estaban muy al loro y al menor indicio-sospecha-sombra de trampa, te cascaban otro plato de lo mismo. Y todavía tenías que dar gracias porque todavía no te hacían comerte el resultado de tu intento de librarte del primero.

Una de estos cuidadores -parte fundamental de la historia que voy a contaros- era especialmente despiadada en el aspecto que nos ocupa. Ya no solo en el castigo a los que pretendían librarse de ese primer plato, si no, que incluso, si te veía remolonear -sintoma inequívoco de que el plato en cuestión no te entusiasmaba- tenía solución drástica para ello. Vaya por delante que, de todos los platos disponibles, yo comía decentemente bien casi todos, excepto…. los garbanzos.

Ya digo que tiene su mérito cocinar para tanto gañán. Pero los platos de cocido tenían un problema, y era que se preparaban pronto, demasiado pronto para ciertos turnos de comida. Y entonces, por ejemplo, algo así como  500 raciones de alubias blancas  preparadas a las once, para las dos de la tarde no estaban muy para allá. Nuestra teoría era que los ablandaban con agua fría para, acto seguido, mezclarlos con el resto de ingredientes en una hormigonera, pasarlos por el microondas y servirlos calientes. Con los garbanzos, lo mismo. Pero de tal manera que la gente los usaba como ocasioonal proyectil… y pobre de quien recibiese el impacto. Pero vamos, que las alubias y demás, no me entusiasmaban, pero las comía sin demasiado aspaviento.

El día que nos ocupa, con garbanzos de primero, tuve la enorme suerte de que me tocase un plato compuesto UNICAMENTE de ese pellejito transparente que envuelve al garbanzos y salsa. Nada de garbanzos como tal. Y claro, empecé a jugar con la cuchara, porque prefería mil veces pasar el rato antes que probar algo TAN jodidamente soso con una pinta TAN asquerosa. Y en esas andaba cuando apareció esa cuidadora que he nombrado anteriormente. Conocida por todos por «La Chilena», la tía era una señora con cuarenta años bien cumplidos a la que nadie vió sonreír. Como profesora de primaria (1º y 2º de EGB) debía ser un sol, o eso me han contado. Pero el ponerse la bata de cuidadora de comedor le debía afectar como a Rambo la cinta roja en el pelo.

Decía que estaba yo jugueteando con la cuchara cuando la señora esta fijó en mi su mirada. Hay que reconocer que la técnica estaba depuradísima. Sin hacerse notar demasiado, la señora salía de tu campo visual y silenciosamente, cual jaguar amazónico, se te acercaba por detrás. Efectivamente, aquel día la técnica volvió a funcionar. Yo sólo sentí cómo una tenaza de acero me cogía de la mandíbula a la vez que la cuchara desaparecía de mi mano derecha, para aparecer delante de mi nariz rezumando pellejos de garbanzos.

Tal fue mi sorpresa que esa cucharada entró hasta la boca del estómago. Tres segundos después, vino una segunda con más contenido si era posible. Yo no sabía si llorar, vomitar o respirar.

«¡Abre!» dijo la señora.

«MMGSHFXS!!» fue mi única respuesta posible, porque realmente no podía hablar, tenía la boca llena y aquella pasta infecta era imposible de tragar.

«¡¡ABRE!!» repitió, con la segunda cucharada pugnando por entrar entre mis labios sellados Ahí fue cuando ví la utilidad de la pinza bajo mi barbilla. La señora, con su mano izquierda, evitaba que moviese la cabeza para esquivar la trayectoria de la cuchara manejada por su mano derecha, que, poco a poco se iba abriendo camino entre mis labios. Finalmente, la cuchara llegó a un punto en el que era más cómodo abrir la boca que seguir resistiendo. Y el contenido de mi boca se duplicó.

Y ahí fue cuando vino la arcada. La señora, que lo esperaba, (ahora que lo pienso, ni un inquisidor del medievo podría estar más orgulloso de su técnica) reforzó la llave sobre mi boca y provocó que lo que pugnaba por salir, se detuviese donde fuese y que el siguiente movimiento reflejo fuese el de tragar.

Fue en ese momento cuando me soltó. Yo, todavía sorpendido, lloroso, medio axfisiado, boqueando, y con la cara sucia de salsa de garbanzos, solo pensaba en la posibilidad de una segunda náusea. Y lo que era peor, la posibilidad de añadir mi nombre a la leyenda urbana que decía que La Chilena había hecho comer a un alumno su propio vómito. En estas estaba, acojonadito de miedo, cuando vi una tercera cucharada, colmada, acercandose a mi nariz. Y en la aplastante lógica infantil de que «si te resistes será peor«, no me quedó otra que abrir la boca sumisamente y aceptar el contenido de la cuchara. La señora, tras asegurarse de que mi ritmo de deglución era el adecuado y de que el plato estuviese vacío, se dió media vuelta y siguió con su ronda, buscando un nuevo objetivo al que putear.

Desde entonces no soy capaz de comer garbanzos. Lo siento. Es superior a mi. Es recordar ese momento malo y quitarseme las ganas de todo. Ahora es cuando alguno dirá «Eh, tio! Si esta historieta fue en primero de EGB, tu no te cambiaste de colegio nunca…. y si siempre comiste en comedor, y visto lo que hacían cuando no querían comer…. ¿cómo te lo montabas cuando había garbanzos?» Pues es una buena pregunta que tiene una gran respuesta. En las inmortales palabras del doctor Hannibal Lecter, quid pro quo. Ya digo que yo tenía buen comer, excepto para este plato en concreto. Un conocido mío, Zigor Goikuría (Hola Tibu!) daba la casualidad que sí que le gustaban los garbanzos y otros platos no, justo al revés que a mí. Los cuidadores estaban atentos a las jugarretas que intentabamos hacer sobre la basura y similares, pero descuidaban lo que ocurría en las mesas. En el caso de los garbanzos, Tibu se zampaba los suyos y cambiamos su plato vacío por el mío, con lo cual, había dos personas y dos platos vacíos. El resultado era identico a que cada cual se hubiese comido el suyo. Y así desde tercero hasta que abandoné el colegio.

8D



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