Echad la mente atrás e intentad recordar el máximo periodo de tiempo durante el cual vuestro descanso fue escaso tirando a nulo.
Principalmente fiestas de pueblos, conciertos, borracheras, … La componente principal es la diversión y la voluntariedad del acto. Es decir, lo haces porque quieres y con un mínimo de conocimiento.
La llegada de Edurne ha supuesto varios cambios importantes en nuestras vidas: el principal, la falta de descanso. Dormimos lo que podemos, cuando podemos y como podemos. Estamos sensibles, irascibles y si la noche es especialmente mala, como esta pasada, desquiciados. Todo el mundo nos consuela diciendonos que si la niña está bien, todo compensa.
Y no lo comparto. Por el momento, se está llevando nuestra vida: los ibuprofenos vuelan porque estamos con tirones en músculas de la espalda que desconocíamos que exístian. Edurne tiene acelerómetro incorporado y cuando te sientas o te detienes, y no está calmada, vuelve a berrear. Nuestras dorsales y hombro izquierdo necesitan descanso cada cierto tiempo, y los masajes ayudan. Un momento. Porque si por la niña fuese, estaría en brazos toda la noche. Eso si. La cretina ve la luz del día y se queda seca.
Me he reincorporado. La maldición del autónomo. Podría no currar. Pero en esa circunstancia nadie me va pagar los bibes y los pañales. El problema es que curro en la habitación de al lado. Y mi conciencia no me permite que Marta se tenga que encargar de todo. Y dado que Edurne no acepta rutina alguna, me puedo encontrar con que «tecnicamente» he pasado 12 horas trabajando, y hayan sido 6 horas efectivas. Además, uno de los proyectos que toco ha sido especialmente porculero el tiempo que no he estado «activo» y ahora mismo, en este momento, solo veo el beneficio de mandarlo al carajo. Pero no decido yo.
En fin. Todo el mundo nos lo decía: Los dos-tres primeros meses son duros. Yo no lo veía. Es decir, si que lo veía, pero no es lo mismo que te lo cuenten y concienciarte, que vivirlo. Es el cansancio máximo, supremo. Ya no es que estemos superados. Lo tenemos asumido. Ahora es que nos empieza a afectar físicamente.
Pero qué guapa es la jodía cuando sonríe.