
De un tiempo a esta parte, niños rata y youtubers se están dando a la moda de darle a un juego llamado Fortnite y la cosa se está yendo de madre, con celebraciones de goles al ritmo de bailes de dicho juego. De estas cosas que de cuando en cuando trascienden el medio de/para el que fueron creados y ahora todo el mundo debe saber.
Pero, personalmente, prefiero otro juego con el que se comparte mecánica básica: lo definido como FPS Battle Royale (o todos contra todos). Pero con una particularidad que Fortnite ha hecho suya: la ausencia de elementos más o menos fantásticos. Estoy hablando de PlayerUnknow BattleGround. El concepto no es nada que no se haya explotado ya hasta el aburrimiento: armas, tiros y muerte.
Lo que ha hecho de estos dos juegos los grandes triunfadores de la temporada es una combinación de tres elementos: los jugadores (siempre contra otros humanos, aunque las sospechas de completar las partidas con bots siempre están presentes) compiten entre sí en macropartidas de 100 personas hasta solo quedar el ganador en un mapa inmenso que posee la característica de ir reduciendo cada cierto tiempo la zona de juego hacia una localización al azar. Salirte de la zona de juego es posible, pero se recibe daño y muchas veces no compensa. Los jugadores parten de una localización semialeatoria sin equipo alguno y, además de cascar al resto, deben intentar conseguir y mejorar sus armas y protecciones.
Hasta ahí, la parte común. Lo que a mi me gusta de PUBG es la parte más realista: armas, municiones, protecciones, vehículos y localizaciones son realistas (bastante más que Fortnite). Ojo, solo estoy hablando de ambientación y recursos. Las mecánicas de PUBG son… a falta de un término mejor, irreales (disparos de los que te recuperas en diez segundos con un botiquín sin mayor consecuencia, por ejemplo). Pero es lo que me atrae. Es un FPS bruto y que no perdona el mínimo error, que se aprende en dos partidas, pero que hace falta toda una vida para dominarlo, ya que no existen dos partidas iguales.