A cuenta del escándalo liado con el tema de la privacidad en Facebook y el uso de datos privados, quiero dejar mis dos céntimos. Expertos hay (y muy buenos) que ya han emitido una opinión. Yo solo pretendo quitar alguna venda a quien todavía no se haya caído del guindo.
En navegación web, TODO está monitorizado. Cualquier dominio con el script de Google Analytics genera una cantidad de información aberrante. Categorizada, filtrada y con unas herramientas de conversión apotorrantes. Y estoy hablando de la versión gratuita. Acojona bastante el hecho de que si todo eso es lo que se oferta gratuitamente, la versión de pago tiene que ser el sueño de cualquier gobierno dictatorial distópico (o de un psicópata). Pero estamos hablando de navegación orgánica: seguir clicks entre búsquedas, dominios … enlaces, al fin y al cabo.
Los habituales del lugar ya conocen mi opinión acerca de las redes sociales y sobre Facebook en particular: no voy a abundar en ello. En su lugar, voy a ejercer de abogado del diablo y voy a defender que al usar su plataforma, has aceptado vender tu alma, tus datos y toda tu actividad. ¿Cuando? En la primera pantalla que aparece con todo el chorro de acuerdos legales QUE NADIE SE LEE. Por ese lado, ellos están cubiertos. El problema pasa a la persona que supuestamente ha leído todos esos textos legales y, una vez informado, ha pulsado en el botón Aceptar, dando a entender que está de acuerdo con todo lo expuesto.
Y a partir de ahí has vendido tu alma. Todo. (Espera, debe existir algún marcado que resalte esta palabra de un modo especial). Repito. TODO lo que hagas, busques, interactues o simplemente, pases el ratón por encima, genera datos. Esos datos ya no son tuyos: entran en el motor de analíticas propio de Facebook para que seas etiquetado y categorizado. Ahí es donde viene el meollo de la cuestión: Facebook es gratuito para el usuario, y con la excusa de proporcionar una plataforma online donde puedas ver qué hacen tus amigos, los famosos, eventos en directo o donde puedas bichear en la vida de los demás, la plataforma empresarial se nutre de vender publicidad en base a sectores objetivos filtrados maravillosamente con un volumen masivo objetivo de colocación del anuncio.
La publicidad ha cambiado. Antes una agencia o un publicista intentaba colocar anuncios en prensa, televisión o radio intentando abarcar todo o abarcable: horarios de prime-time o publicidad encubierta en programas de éxito. No había target; el objetivo era tirar la red y ver si se pescaba algo. El retorno (feedback) era una cosa hasta de mala educación: solicitabas una encuesta anónima una vez que el producto se hubiese adquirido, dando gracias hasta el vómito por la gentileza que el cliente hubiese tenido. Estamos hablando de los tiempos de «Farmacia de Guardia» o, si nos ponemos especialitos, «Mad Men». Un fabricante invertía en publicidad a ciegas: no tenía manera de saber qué retorno de inversión tenía.
Los tiempos son otros. O han cambiado, en las inmortales palabras de los Celtas Cortos. Ahora, cada céntimo de euro invertido en marketing digital tiene retorno. No hay inversión ciega, no existe salto de fe. Todo está monetizado, segmentado y analizado. Lo peor de todo, es que el usuario final, quien únicamente usa la herramienta como manera (relativamente) inocente de mantener contacto con otros usuarios, y que realmente es la moneda de trueque en todo este entramado de analiticas, dicho usuario final no percibe ninguna compensación por el uso que se hacen de todos sus clicks, vistazos y demás actividad. El viejo refrán internetero de que «si algo es gratuito es porque es quien lo usa es el producto» viene a mi mente cada vez que veo uno de estos jaleos.
Zuckerberg no ha pedido perdón. Zuckerberg (y Facebook) han sido llamados a declarar simplemente como toque de atención. Que nadie se equivoque. No ha habido multa (de momento), no ha habido propósito de enmienda real. Lo que ha ocurrido con una empresa que pagaba a Facebook por jugar con datos para decantar elecciones es, simplemente, que les han pillado. Nadie dice que en ese momento concreto (o ahora mismo, ya puestos) no haya otras 100 empresas (o más) haciendo las mismas guarrerías o peores. Lo mejor que se puede hacer, ahora que la venda puede que se le haya caído a alguno, es dejar de usar estas redes sociales. Parece una tontería, pero de nuestros hábitos de navegación se pueden inferir muchos datos personales y privados por los que estas empresas ganan una pasta gansa. Datos que nunca proporcionarías si te los pidiesen directamente cara a cara.
Largo, pero tenía ganas. A pastar.