No estoy yo muy navideño en estas fechas. Mi consabida y de todos conocida tirria a la falsedad y consumismo de esta mierda de época ha sido multiplicada por dos o tres factores medio externos, medio internos que han desencadenado una situación sin precedentes en mi: empiezo a odiar las navidades.
Tengo la extraña sensación de que este año casi todos los elementos se han puesto de acuerdo para fastidiarme. Y estoy en un plan muy muy pasota. No devuelvo los deseos de felices fiestas a nadie y casi me han tenido que arrastrar a comidas y brindis, que casi los hago por cumplir. Mis habituales nulas ganas de celebrar poco o nada se han visto ensombrecidas por un par de situaciones y si ya de por si no soy la alegría de la huerta en este tipo de eventos, este año estoy batiendo marcas de hosquedad y mi presencia se convierte en un nubarrón negro en todo evento.
No estoy acabando bien el año. Los propositos para el que viene son de mínimos y poco comprometedores. No quería dejar el 2017 sin sacar un rato para escribir (siempre con el compromiso de retomar la periodicidad, lo siento). Pero no tengo el cuerpo para bailes.
Tened buena noche y mejor año. Sed buenos.