Y otro año más, volvemos a tener la matraca de la hora del planeta. Ya sabéis, esa iniciativa por la cual, una hora de cierto día al año, debes apagar todas las luces de tu casa para demostrar tu compromiso con el medio ambiente. Este año, el 19 de marzo, de 20:30 a 21:30.
¿Y sabéis qué? Que yo no pienso hacerlo. Me parece muy loable y digno de respeto. Pero cuando tienes un poco de mundo y has viajado, te das cuenta que la cultura anglosajona-europea en la que vivimos no es la única en esta pelotita. Y cuando ves una estación de esquí en medio del desierto y piensas en el gasto energético que puede llegar a suponer, te preguntas… ¿Qué cojones de hora del planeta?
Somos egoistas. No somos solidarios. Que leches me importa a mi lo que hagan estos europeos locos. Jaja. Van a apagar todas las luces durante una hora para concienciarnos acerca del medio ambiente. Qué risas. Acercame otro billete, que me quiero encender otro puro con él. Dado que tenemos petróleo, y nos pagan por él, a mi plim con el medio ambiente. Y así, con todo.
Insisto. Loable y con un fin muy digno. Pero con las mentalidades existentes en otras latitudes (que no me lo estoy inventando, que lo he visto con mis propios ojos), me parece un tanto pretencioso denominar la iniciativa como «Hora del planeta». Quizás lo cambiaría por «hora del hemisferio» u «hora del continente». Y eso sin tener en cuenta a los pobladores de esta pelotita sideral que no tienen acceso a electricidad o que, simplemente, ni siquiera han oído hablar de la hora del planeta. Vamos, que nos gusta mirarnos el ombligo lo que no está escrito.
Llevaba tiempo (años incluso, realmente, desde mi viaje a Dubai) queriendo escribir sobre esta evento-quedada-iniciativa-cosa, pero nunca había coincidido tan meridianamente claro. Para los interesados más información sobre la acción en www.horadelplaneta.es