Paradise City 0.3
WHERE THE GRASS IS GREEN AND THE GIRLS ARE PRETTY
Dic
04.
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Categoría: ayuntamiento, ira

No está de más repetirlo, pero quiero que conste. Me interesa la política, pero los políticos son los seres más abyectos de la historia de la humanidad (después de los abogados xD). Esa habilidad y ese arte para hablar y no comunicar, para salir por peteneras cuando se les formula una pregunta directa, esa jeta de acero reforzado para hacer declaraciones sin inmutarse que sonrojarían a cualquier persona normal y decente… No, yo no podría ser político.

Pero puedo dar por saco. Y como dice el adagio formulado por Woody Allen, «el peor castigo que puede tener una persona a quien no interesa la política es ser gobernado por gentes a quienes si les interesa», asi que es mi blog, me lo cepillo como quiero y pienso dar mi opinión acerca de los quince días que se nos vienen encima.

Odio las encuestas. Y más, cuando en los últimos nueve meses hemos sufrido cinco elecciones a diferentes cosas. Cada día te desayunas con porcentajes, valoraciones, escaños… Todo para intuir una realidad: según las encuestas nada cambia.

Y eso es algo que me jode. Y cabrea. Soberanamente. Este país tiene una facilidad pasmosa para sacar un presidente del Gobierno que hace bueno al que sustituye. Y mira que el nivel estaba bajo desde Felipe Gonzalez… Y es por eso que el inquilino actual de la Moncloa, personalmente, me parece, con mucho, el peor presidente de toda la historia de la democracia. Pues se vuelve a presentar, el tío. Con un par. Y por montera.

Le voy a dar un único mérito: el equipo que eligió (o le eligieron, tengo mis dudas acerca de la capacidad real de este señor para tomar decisiones importantes) ha cumplido sus tareas de forma eficaz y a pesar del lastre que supone tener semejante capitán en el barco. Y hasta ahí. Todo el mundo, a estas alturas debería saber de que pie cojeo en este aspecto. Y no es el derecho. Odio el liberalismo económico de amiguetes que se practica en este país («inversiones públicas: si va bien, ganancias privadas, si va mal, perdidas públicas») y que el partido del gobierno permite, alienta y se beneficia.

Pero miro al otro lado y solo me quedan ganas de llorar: una izquierda fragmentada (cosa que no es nueva) con un partido mayoritario más preocupado de expandirse hacia posiciones más conservadoras y un cúmulo de partidos (tradicionales y/o emergentes) a los que parece que prefieren salir en la foto diciendo la burrada más gorda (o la parida del día) para garantizarse minutos en los medios. Y lo que me queda, en el centro «teórico», es una formación emergente de la que, personalmente, no me fio ni un pelo. Porque según lo visto y comprobado, lo mismo le da pactar con unos o con otros.

Que cada cual es libre y que vote a quien quiera. Decía que yo me desespero con las encuestas. No quiero creermelas. No puedo entender cómo va a seguir ganando (con un desgaste enorme, por supuesto, pero ganando, al fin y al cabo) un partido que ha pegado hachazos a todo lo que ha podido, privatizando, recortando todo el gasto social, con nula preocupación por los ciudadanos-votantes y totalmente sometido a las leyes de la economía capitalista más salvaje que ha conocido el país. Y encima, como ya he dicho más arriba, economía de amigotes. Tu me rascas, yo te rasco. Me das una concesión y cuando salgas, yo te doy una posición en un consejo directivo. Con un sueldo de los de no volver a preocuparte por el dinero en lo que te queda de vida. Y esto, a un señor que ha participado en el recorte de, por ejemplo, las ayudas a la dependencia, por poner un ejemplo (y hay muchos de donde escoger).

Yo no podría dormir tranquilo.

Y esto es lo que se vota este 20 de diciembre. Que sigamos manteniendo un modelo donde nadie da explicaciones basandose en mayorías absolutas. Donde la excusa principal para lanzarse a recortar todo fue «la herencia recibida». Donde las ruedas de prensa se dan a través de un monitor de plasma. Donde a los debates en los que se espera leña se envía a una sustituta porque «hay que gobernar». Donde «hay que gobernar» significa ir a la radio a comentar un partido de fútbol. O ir a la casa de Bertín Osborne a que te hagan la entrevista más lameculos de la historia. Donde se demuestra un desconocimiento absoluto de leyes nacionales o europeas cuando se plantea una cuestión candente de actualidad. Donde se dice «parece que llueve» o «ya tal» cuando salta un escándalo de corrupción y se pregunta directamente.

Quiero pensar que este país es maduro para aguantar según que cosas. Otros cuatro años de esta mierda de responsabilidad de los señores que actualmente en el gobierno serían matadores. Para pensionistas, parados, dependientes o emigrantes. No es que no me fíe de las encuestas. Creo que es más bien que no quiero fiarme. Quiero pensar que hay razones suficientes para sacar a gorrazos a esta gente. El que venga tiene el listón muy bajo. Me da igual quien sea.

Pero estos no. Como esperanza.

(Comentarios cerrados porque quiero y porque puedo. El que quiera contarme algo, que lo haga directamente. A trollear, a Meneame)


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