(Bueno, como va a haber spoilers a cascoporro, ya sabeís que hay que darle al enlace de leer más…. graciaaaas)

Lo comenté en la crítica de la primera: no estamos ante la recreación de las andanzas de Bilbo. Lo escrito por Tolkien, con toda su buena intención como cuento infantil acerca de la superación, de olvidar los miedos y de que no hay tarea imposible si se pone voluntad, ha sido rematada con un espectáculo impresionante de CGI, sangre digital y no tan digital. Impresionante. Pero aburridísimo.

Esta trilogía produce la misma sensación que te queda cuando te metes un chicle en la boca. Al principio mola la explosión de sabor. Despues la cosa se estabiliza. Y por último te lo sacas, de bastante mal humor porque aquello ya no sabe a nada. Pues a la trilogía del Hobbit le ha pasado lo mismo. Han querido marcarse un Señor de los Anillos bis y les ha estallado en los morros. Por poner un ejemplo, ya debatido hasta la saciedad por este humilde bloguero con casi todo el mundo, hay un paralelismo entre las trilogías de El Hobbit y Matrix. Y es, precisamente, el número de películas: Vamos a dar por buenas las primeras partes, entre presentación de personajes y universo. Pero ya.

Las dos siguientes películas no aportan nada. Peleas gratuitas, giros del guión, subtramas que dan ganas de arrancarse las meninges… Y el caso es que, aún siendo el director el mismo en las trilogias de El Señor de los Anillos y en El Hobbit, los 11 años que han pasado entre ambos rodajes no han sentado nada bien a esta segunda parte.

Primero, porque de un libro que es la décima parte en tamaño han pretendido hacer una trilogía de la misma duración que ESDLA. Y no. El concepto del libro era mucho más ligero y liviano. Puede que si, que Tolkien, en la última parte del libro si se pusiese un poco más rollo épico. Pero no desde el principio. Y si a lo épico le añades más «epicidad» la cosa ya no es apta para todos los estómagos.

Y es que el caso es tener varias tramas abiertas para cambiar de una a otra según un criterio un poco extraño. El arco de Fili-Tauriel-Legolas, la fortaleza de Gundabag, los devoradores de tierras, el ataque a Dol-Goldur… son tramas accesorias que reciben una atención que, sumada a la interminable secuencia de la batalla, provocan una sensación de aburrimiento. Y ya, si haces como yo, que te levantaste de la segunda con un increíble cabreo porque el final era demasiado abierto… para acabar con Smaug en tan poco metraje…

Que no. No se pueden hacer trilogías para ser cortadas como mortadela. Hay que elegir muy muy bien los momentos de corte. Y si te has leído el libro y sabes que en el último tercio-cuarto, de Smaug no se sabe nada, el corte de la segunda a la tercera está puesto un poco a mala hostia, teniendo en cuenta que estrenas la siguiente película dentro de un año. Porque esa es otra. Ni presentación ni gaitas. La Batalla de los Cinco Ejércitos te sumerge directamente en el ataque de Smaug a la Ciudad del Lago. Y es un inicio un poco bestia teniendo en cuenta el lapso transcurrido entre los dos estrenos.

Quiero pensar que en DVD ganará al no perder la referencia narrativa durante tanto tiempo, pero hablando con gente que acabó cansada de Las Dos Torres de ESDLA, esta última de la trilogía del Hobbit les ha recordado muchísimo al peñazo continuo de batalla, batalla, batalla. Resumiendo, han querido meter «epicidad» a un relato demasiado corto y sin pretensiones de tenerla. Y les ha salido un truño grande, pesado y muy farragoso. Por lo menos, y vista la moda de desdoblar los últimos volúmenes literarios a las adaptaciones cinematográficas (Harry Potter, Los Juegos del Hambre), todavía hay que agradecer que el Hobbit «solo» hayan sido tres películas.