En el mundillo técnico, el comercial es un ser al que nadie tiene aprecio. Porque nadie sabe como ha llegado a un puesto donde maneja el futuro del empleo del técnico en cuestión. Pero es quien consigue el cliente y quien paga. Repito, nadie sabe cómo. Pero ahí está. Tenemos dos clases: Está el técnico que ha ido ascendiendo poco a poco y conoce todos los métodos y tecnologías, aparte de entender el funcionamiento de la empresa en general. Gente que conoce su oficio y vende sus servicios (y los de la estructura que le paga) sabiendo donde se mete, qué ofrece y qué pedir y obtener de los empleados. Una persona que todo el mundo aprecia, vamos.
Pero por lo general, el comercial es un ser cuya costumbre más fea es asegurar al cliente que cosas irrealizables son posibles. Para luego escurrir el bulto y dejar el marrón muerto en manos de técnicos y sus responsables. Y siempre exigiendo la máxima urgencia. Fred lo expresa perfectamente en su tira cada vez que aparece el comercial.
Y los encontronazos son habituales. Sobre todo cuando el comercial pide en exclusiva y con urgencia servicios de departamentos que no pueden dedicarse en exclusiva a nada. Sobre todo, cuando 60 personas dependen de ese departamento. Sobre todo cuando existen tareas que vienen desde la dirección. Y sobre todo cuando has tenido una charla (que no bronca ni toque de atención) acerca de que es necesario priorizar. Y ya para terminar, cuando piden tareas que no tienen nada que ver con desempeños del departamento que nos ocupa. En mi caso, hablar directamente con el cliente.
Y para terminar de redondear la jugada, todo salpicado con llamadas al movil personal. Llamadas que no he respondido. Porque primero, el telefono es personal. Si quiere algo profesional, que llame a la oficina. Y segundo, porque todo lo que sea hablar por telefono es quitarme tiempo de otras tareas que esta semana eran inaplazables.
Pero el comercial no ve más allá de su proyecto. Le da igual. Todo. Se pone pesado. Quiere tus habilidades y tiempo por encima de todas las cosas. Y aparte del BOFH Zen («todo fluye, nada permanece«), lo único que se puede hacer para manejar la situación es ignorarle. Que independientemente del comercial el proyecto mola. Pero compensa más el resto de tareas.