El primer lunes laborable de enero es el peor día del año. Invierno, madrugón y la certeza que hasta dentro de 4 meses, como poco, no vuelves a tener un día festivo en el que relajarte y salir de la rutina diaria.
Pero lo peor no ha sido eso. Lo peor ha sido darse cuenta, a eso de las diez de la mañana de que estoy estresado, de que la vida no me da. De que me he estado una semana de vacaciones con el ordenador del curro y he tenido que currar cuatro días de los siete. De que cuando no he estado en el ordenador y en casa, he tenido llamadas telefónicas (el señor Proletario da fé de este hecho). De que desarrollos personales aplicables al curro no los he podido hacer porque cuando he tenido ganas, no he tenido tiempo. Y cuando no he tenido tiempo, no he tenido ganas.
He pedido sopitas. A mediados de diciembre solicité un becario que me ayudase. Más o menos. Que estaré dos semanas llevando de la mano a otra persona y poco menos que dandole potitos a la boca lo tengo asumido y va a ser un trabajo doloroso y poco gratificante, pero ahora mismo es una cosa vital. Porque no puedo seguir así.
Parece que ayer fue el día en el que todo el mundo se puso de acuerdo para provocarme un pasmo. La puntilla fue, a última hora, cuando se me pidió una valoración para la posibilidad de trasladar datos de producción a una instancia de desarrollo para tener un juego de datos válido, sin prisa. Es decir. Para YA. Siempre he valorado que el desempeño de sistemas consiste en hacer que los demás puedan trabajar. Y bajo esa premisa intento hacer que todo lo que se me solicita sea resuelto con mayor o menor inmediatez. Y cuando se me acumulan las peticiones me agobio, porque parece que si me quedo atascado en algo, no estoy trabajando.
Pero despues de recibir esa última puñalada, el remate fue una petición por Skype para comprobar una cosa que he resuelto hoy en medio minuto con la persona en cuestión al lado indicándome los detalles de su duda. Cosa que ayer en remoto me hubiese llevado, mínimo, media hora. En fin. Supongo que ya esta semana la cosa solo puede mejorar. Otra cosa es que lo haga. Y otra muy diferente.