Lo he vuelto a hacer. Por hablar más de la cuenta, he causado más daño del que pensaba reparar. No, perdón. Simplemente por cotillear, ya ni siquiera con un fin decente.
Ha sido un clásico en mi el ser bocazas. Y no quiero poner paños calientes. He fallado la confianza de ciertas personas conmigo y voy a escribir con ese pensamiento flotando en mi cabeza.
Y es que, como todo en estos casos, X habla con Z, Z habla con Y e Y cuenta a W una cosa totalmente diferente de lo ocurrido con X. Y no solo eso. Estamos hablando de una cosa seria, truculenta, bastante sucia. Y lo peor del caso es que el cotilleo ha pasado por la cadena sin que el protagonista que nos ocupa se enterase. Y al contactar con el eslabón final, el sujeto se entera de que ya se sabía, con lo cual, se ha cabreado mucho con la personas que recibieron la información en primer lugar.
Me siento culpable por ser un eslabón de la cadena. Pero ahora mismo me ponen a la última persona que destapó el cotilleo y soy capaz de desmembrarla con una cucharilla de postre. Esta persona nunca ha sido especialmente despierta, a pesar de ser inteligente. Porque si, hamijos, se puede ser inteligente, pero tonto del culo. Perdimos el contacto hace mucho tiempo y conservamos algunos contactos y es por eso que se siguió la cadena de confidencias. Y aquí es donde me entra el deseo asesino, porque en el momento de cerrar el circulo, si la persona gilipollas esta tiene dos dedos de frente no dice nada, no hubiese habido cabreos ni cargos de conciencia.
No quito mi parte de culpa. Somos cotillas. Aunque no lo reconozcamos. Contamos chismes para enterarnos de otras habladurías. Pasa en todos lados. Si. Incluso tú, que sacudes la cabeza y piensas que no eres así. No estoy hablando de conversaciones de peluquería donde se pone a caer de un burro a famosas, ex-esposas de famosos y ex-novios de ex-esposas de famosos. Eso es cotilleo de consumo y ya sabemos que todo el mundo ve los documentales de La 2. No me estoy refiriendo a eso: Me refiero a los detalles (escabrosos y truculentos dan el doble de puntos de experiencia) de la vida de otras personas que conocemos y que nos cruzamos por el camino a diario: llamemoslo la hija del kioskero o el vecino del quinto.
Y es por eso que cuentas con la confianza de la persona que te da el chisme. Y cuando un gilipollas redomado y confirmado revienta el hilo del cotilleo, todo se vuelven broncas y agobios entre todos los miembros de esa cadena y las confianzas establecidas se pierden. Yo por lo menos lo he hecho con dos personas y me huelo a falta de confirmación que tres personas la han perdido conmigo. Y este es el precio a pagar por cotillear.