Paradise City 0.3
WHERE THE GRASS IS GREEN AND THE GIRLS ARE PRETTY

No sé si alguna vez os habéis encontrado con un ser como el que voy a describir. No quiero caer en tópicos y clichés, pero en el caso que me ocupa, el elemento en cuestión cae dentro del estereotipo. Y mal que me pese, tendré que mostrarlo como lo recuerdo. Y no es agradable recordarlo.

Lameculos

EGB. Cuatro grupos. Yo estaba en el B. Pese a la separación y odio que nos suscitaban el resto de tribus de nuestro curso, empezabas a oír, con más insistencia según ascendíamos de curso, que el delegado del grupo A era la cosa más repelente que haya parido madre, por pelota, rastrero, repípi, redicho, lameculos, indeseable y puto perejil de todas las salsas. No todo a la vez, ni la primera vez. Era una cosa que se escuchaba, se mantenía y seguía escuchandose.

Yo le conocía de fuera del colegio. Daba la casualidad de que mi madre es amiga de una tía suya y de vez en cuando, el nene nos acompañaba en nuestros juegos. Cuadriculado de cajón, todo en lo que se dignaba a participar debía hacerse a su manera. Los adultos le adoraban porque cada vez que entraba él en alguna actividad, todo se hacía responsablemente, sin alboroto y con una meticulosidad rayana en lo obsesivo. Y claro, con 11-12 años que debíamos tener por esa época, por decirlo finamente, el caos, los berridos y el correr descontrolados gobernaban nuestras tardes despues de clase y lo que pretendía el elemento este iba contra toda naturaleza de los terremotos que éramos por aquella época, con lo cual, se le daba de lado excepto en momentos muy concretos o excepcionales.

Recuerdo que en la comunión de su primo, algún adulto LE dió (sisi, a él, no a su primo que hacía la celebración) cosa de 500 pesetas (un pastizal para la época y la edad) para que el primo y todos los crios que estuviesemos allí nos lo fundiesemos en chuches. El tontoalastres no tuvo mejor ocurrencia que organizarnos en fila delante del kiosko de las chuches, a los diez/once criaturitas del averno que eramos e irnos controlando uno por uno los pedidos para no pasarse del límite marcado. Con 10 añitos, el figura.

Mi primer contacto dentro del colegio fue coincidiendo en la mesa del comedor. Cada semana, una persona de la mesa se encargaba de ir por pan o agua, pedir los segundos platos, llevar los platos vacíos a la pila y recoger la mesa en la medida de lo posible. Había 4 encargados por cada mesa corrida de 32 personas. Había un pacto no firmado de compañerísmo entre los responsables en el que, basicamente, hoy por tí y mañana por mí. Y tuve la mala pata de coincidir en algún turno con él. El hijoputa CONTABA los platos que tenía que llevar/traer y no hacía nada por facilitar la tarea al otro encargado. Ejemplo: como había platos en los que se remoloneaba, muchas veces estabas a la comida en vez de que a las cosas que te solicitaban tus compis. Pues el tio solo atendía su lado y a tí que te diesen. Con lo cual, la fama de rastrero cogía fuerza entre los compañeros de mesa.

Pasaron los años y con semejante actitud, el hombre este ya era conocido y rechazado por los 4 grupos que conformabamos el nivel. Y llegó el paso a BUP y separación de los grupos para volvernos a mezclar según las opciones (letras/ciencias) que hubiesemos elegido. Y tuve la mala suerte de coincidir con él en CLASE. Y ahí pude comprobar que demostraron todos los rumores que corrían por el nivel acerca de él se quedaban cortos. Estudiante mediocre, su vida académica se basaba en pelotear, chivar y putear a sus compañeros para demostrar que él era el estudiante ejemplar, a pesar de que sus notas, como ya digo, no fuesen nada brillantes. Lo mejor del caso es que el muy cabrón siempre se ofrecía voluntario para ser el delegado de clase y, claro, al pasar todo el mundo del cargo, ya tenía la excusa para tener ascendiente sobre los demás estudiantes.

Con la llegada a BUP, además ocurrió algo curioso. Y es que hubo elecciones al consejo de dirección y los estudiantes tenían que aportar dos representantes. El primero era elegido a dedo y el segundo votado por el alumnado. Nuestro objeto de la historia se pasó cerca de un año natural (es decir, dos cursos: el previo a la elección y el de la elección) como apéndice pelotillero y mamporrero de la directora, pasando los recreos en su despacho intentando hacer méritos para ser el elegido a dedo. Y pasó lo que tenía que pasar: La directora, hasta los cojones del elemento, eligió a otro alumno para el consejo y nuestro objeto de la historia se presentó a las elecciones… para sufrir la derrota más humillante de la historia del colegio: Ni un puto voto.

Le perdí la pista. Vamos, todo el mundo veía claro donde iba a acabar: funcionariado. Porque el tío lo tenía todo: trepa, mediocre y poco o nada dado a trabajar en equipo. Lo ví desde que compartimos aula. Y efectivamente. Mi madre, hace tiempo confirmó que estaba trabajando en RTVE y no me extrañó. Le pega.

El tema es que llevamos un tiempo en el curro sufriendo a un ser parecido o similar. Y yo, a lo largo de este finde, he decidido hacer una cosa: poner tierra de por medio, porque está claro que a esta gente, cuando está cavando su tumba con tanta gana, lo mejor es tenerla lejor, porque todavía te arrastran. Y no es plan. Si siguen poniendose a sí mismo por delante del colectivo y lo único que saben hacer es encender el ventilador cuando más mierda tiene encima, el primer aviso lo tiene que dar otra persona que no sea ni un compañero ni el de sistemas.


Predicando en el desiero

  1. Jake dice:

    Desgraciadamente esos abundan. El problema es que luego son los que están en las Juventudes del PP o puestos similares ganando 6000 euros al mes.


Powered by Wordpress
Theme © 2005 - 2009 FrederikM.de
BlueMod is a modification of the blueblog_DE Theme by Oliver Wunder
Alterado por MaY & Narbbag