Paradise City 0.3
WHERE THE GRASS IS GREEN AND THE GIRLS ARE PRETTY
Ago
20.
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Categoría: ayuntamiento

Llevo una temporada viendo los capítulos de un programa de Travel Channel, que en versión española emite o ha emitido Energy, donde un tronado (porque no se puede definir de otra manera) visita una ciudad norteamericana para degustar las especialidades de DOS locales de comida de referencia de la ciudad en cuestión. Esa parte me suele gustar, porque ves a una persona disfrutar de una comida en cantidades tipicamente yanquis. Es decir, abundante. Y por lo que cuenta el tipo, razonablemente buena.

El problema viene en el último tercio del programa Crónicas Carnívoras (Man Vs Food en versión original). Por lo visto es común que haya sitios donde si eres capaz de cometer una burrada gastronomica la comida te sale gratis, te colocan en un muro de la fama, te dan una camiseta o las mujeres del local te enseñan los pechos. Vamos, que te juegas la honrilla basicamente. La cosa es que hay retos muy salvajes que se pueden dividir en tres clases: de cantidad, de picante o salvajadas. Resumiendo, a cada ciudad a la que va Adam Richman, hace un «no hay huevos de comerte …»

La gran mayoría de las cosas tienen pinta de estar muy buenas y son muy apetecibles. Pero joder, una hamburguesa de dos kilos y medio es una aberración. De cualquiera de las maneras que se enfoque. Un burrito con doce huevos es obsceno. Y los retos del picante…. bueno… por lo visto hay que tener un estomago de vitriolo y una boca de cuero, pero en lo referente a cantidad… tampoco es que sean cosas demasiado brutas.

Me encanta comer y disfrutar cuando lo hago (a poder ser). Convertir la alimentación en un reto me parece agobiante y que le quita cualquier clase de encanto. No tanto por los incautos que se lanzan sobre los retos como si no hubiese mañana, si no por la cantidad de comida que se desperdicia gratuitamente en caso de que el reto no se complete. Los retos de picante me resultan divertidos, porque nadie en su sano juicio se lanza sobre esas cantidades de chiles, guindillas y habaneros como si no hubiese comido en años. Y los lagrimones y los juramentos es el justo castigo a la inconsciencia de meterse cosas tan picantes en el tracto digestivo.

Mención especial a retos como el de las ostras (150 en una hora) y el de los batidos de helado malteado (3 kilos de helado) como cosas «extrañas». No sé. Creo que el enfoque del programa de conocer la comida norteamericana a través de los restaurantes típicos de cada ciudad puede que quede un poco demasiado soso. Lo de los retos es la manera de enganchar al espectador, pero a mi no me termina de entusiasmar. Lo paso mal, porque además, el tipo no come. Engulle. Y eso no es saborear ni disfrutar de una de las necesidades basicas del ser humano.

(Aquí, primer resultado, la manera de verlos todos seguidos)


Aquí no se puede decir nada...


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