Padefo. Todos conocemos a alguien así. Esa persona que no tiene un desempeño claro, que nadie sabe como o qué meritos ha demostrado para llegar a su puesto actual y que no da explicaciones a nadie. Su cometido diario se reduce a estar ocho horas sentado, calentando la silla y su unica actividad conocida es desviar hacia otras personas todo marrón que le llegue. Si, amigos. No tendréis que pensar mucho para encontrar a alguien así en vuestra vida. Y si todavía no lo localizáis, solo tenéis que sustituir las siglas: PAso DE FOllones. Padefo.
El problema es que en una empresa, el ámbito de actuación de estos seres suele estar conocido y limitado. No puede hacer mucho daño porque por lo general, existen otras personas, receptoras de los marrones que nuestro padefo reparte, que son eficientes y cumplidoras. Y cobran bastante menos que el padefo, por cierto. Y si se limita el mal que este ser causa es porque está en un entorno cuidado.
Pero hete aquí que tenemos un padefo como presidente del gobierno. Una persona que no sabemos que pinta ahí, que le resbala todo, que no toma decisiones propias y que se ha rodeado de un equipo de ineptos (cuando no autenticos bastardos) de pasados y creencias bastante oscuras. Y claro. Con la que está cayendo, una persona de esta responsabilidad, aunque solo sea por decencia, debería dimitir de su puesto. Es decir, un «mi nombre ha aparecido en ciertos papeles relacionados con un delito económico. Renuncio a mi cargo, voy a dedicar todo mi tiempo y energía a limpiar mi nombre y si se demuestra mi inocencia voy a plantar una demanda por daños y perjuicios que alguien va a temblar.» Pero no.
Un «a la segunda, ya tal«.
Y a mi ya no me queda capacidad de sorpresa. Estamos dentro de una sociedad de contrastes. Si no eres blanco, eres negro. Si no estás conmigo, estás contra mi. Y si le sumamos un padefo dirigiendo una sociedad de padefos, esto no puede -no va- a acabar bien. Y espero equivocarme.
P.D.: Lo sé, tengo que recuperar la frecuencia. Pero están siendo unas semanas muy hodidas de curro, calor y vida. Gracias por seguir ahí.