(Si, debo unas disculpas bien gordas. Pero están siendo unas semanas laboralmente duras, como leeréis más adelante y al llegar a casa solo me apetece colgar el cerebro en una percha. Hasta ese punto estoy de agotado mentalmente. Y para variar, lo primero que acusa el golpe es el blog. Y lo que hacía bastante tiempo que no me ocurría, incluso he dejado de tuitear con la asiduidad que acostumbraba)

Cuando estás tirando de una maleta camino de la estación de tren un viernes por la tarde no es el mejor momento para descolgar una llamada. Cuando  ese mismo día te han caído sopapos por todas partes debido a un un error generado en el origen de los datos y no en tu aplicación. Cuando has perdido media mañana en romperte la cabeza pensando en la imposible solución a/de un problema del que no tienes ninguna información al respecto. Cuando al fin descuelgas y descubres, con una mezcla de hastío e ira contenida que tu enlace en el cliente se interesa por saber cuando tendrás listo la solución al segundo problema que se ha ido generando a lo largo del día. Repito: Viernes, seis de la tarde y fuera de la oficina.

Pero lo mejor estaba por llegar. Monto en el tren y en el impasse de antes de salir, segunda llamada. Un programador, también del cliente, que me jura y me perjura que los datos salen correctamente a las peticiones generadas por mí. Ahogo mis ganas de mandarles a todos a tomar por el culo de una puta vez y respondo, lo menos agresivamente que soy capaz, que a lo largo del finde le echaré un ojo, pero que durante 4-5 horas estaré fuera del mundo. Y que sería un detalle que dejasen de llamarme a mi número personal. S’il vous plait.

No dormí bien esa noche. Y el sábado, tras la última vuelta en la cama, miré el reloj. No se me va a olvidae en la vida: 8:36. Ya no me duermo de nuevo. Me levanté y me puse con el problema. Seis horas después, salí a comer. Y no compré un lanzallamas porque los centros comerciales no tienen tiendas de saldos militares, que si no….

El problema es que esta semana ha sido igual o parecida. El cliente se está columpiando tres pueblos. Y nos estamos montando un carajal de cuidado. Parece ser que alguien si estuvo atento durante las clases de desarrollo y gestión de proyectos y preparó entornos de desarrollo, preproducción y producción. Y aquí es donde ese mismo alguien se durmió o faltó a la siguiente clase: DESA y PREPRO /PROD tienen diferente arquitectura. El tema es que, con semejante mastodonte empresarial, las subidas de software son muy «quisquillosas» y no se pueden hacer de un día para otro. Y cuando tu programa esta probado y reprobado en tu servidor local, lo envías para que te lo suban a Producción… y revienta.

Revienta porque a algún iluminado se le olvidó comentarte el hecho de que el servidor de aplicaciones está balanceado en cluster y oye, jaja, es una idea estupenda para mantener el sistema en pie por si un nodo falla. Si. Cojonudísima. Pero si necesito una variable en memoria para llevar el control de sesiones del acceso a la aplicación, digo yo que tener dos máquinas separadas físicamente igual NO es tan buena idea. Y sobre todo, enterandome a estas alturas del proyecto, verdad?

«No hombre, en teoría derivas un forlayo, integras un filostro, introduces un chispín y blaublaublau y ya lo tienes. Los de producción se piran a las tres ¿Me lo pasas antes de esa hora?»

¿Perdón?

¿CÓMO?

A ver, hijo de la grandísima zorra de Babilonia. Yo te lo paso, pero sin probarlo yo primero en mi servidor, no garantizo que funcione. Eso, para empezar. No dispongo de un clúster de servidores propio que pueda meterle la misma configuración de nodos y, desde luego, no voy a comprarlo. Ah, espera, que dices que el entorno de PREPRO está en clúster. Ahora pregunto yo: ¿Y porqué no hemos probado antes a meterlo en prepro en vez de producción? Ah, si. Espera. QUE SOIS UNOS P***S J******S H************P*** CAGAPRISAS Y QUERÍAIS TENER ALGO EN PRODUCCIÓN CUANTO ANTES. Y si no te lo he dicho es porque de mi trabajo tambien depende una empresa que no quiere perder un cliente de vuestro calibre.

Pero una cosa es tener un cliente y otra muy distinta, tener un enemigo. Y estoy con las pelotas MUY hinchadas. Este proyecto no me está compensando. Ni economica, ni personal, ni profesionalmente. Y mi vida se está resintiendo.