Este año he pasado por un par de experiencias que me han dejado huella. Hombre, decir que me han marcado sería ponerse en un plan metafísico que no me mola demasiado. Y ya estoy yo demasiado metafísico para ponerme aún más profundo. Estoy hablando de la pérdida de mi trabajo y mi posterior incorporación al maravilloso mundo de los autónomos, de los sucedidos en la boda de un amigo mío y, como no, del viaje a Japón.
Y es por esto último por lo que quiero empezar. Dije en su momento que lo disfrutaría cuando la pátina del tiempo alisase las aristas y olvidase las infames pateadas y el cansancio de recorrer ese gran país a matacaballo. Yo creo que parte del encanto es poder enseñar las fotos (400 tengo en 3 álbumes tengo sacadas, a falta de rellenar con recuerdos y demás) y poder decir (y convencerte) de que valió la pena. Tengo a mucha honra el poder decir eso de que «no hay ningun sitio como el hogar, tia Em», pero porque he tenido la suerte de poder viajar y conocer otras culturas, países, personas y costumbres.
Japón ocupa un sitio especial en mi memoria. Ahora. Porque soy consciente de que probablemente no vaya a volver (por mucho que quiera convencerme de lo contrario) Lo vivo en la piel de otras personas de mi entorno, personas que han decidido avanzar en sus relaciones y empiezan a tener churumbeles. Y si alguna vez me veo en la misma situación, sé lo que puede suponer: adios a la relativa libertad que supone no tener a nadie que dependa de mi. Adios a cenas, borracheras, cine y/o salidas-escapadas-viajes. Ojo, no quiero decir que este haya sido el viaje de mi vida, pero está cogiendo muchos números para que se convierta en el último gran viaje que haga.
Claro que tengo más escapadas pendientes. Este año me gustaría conocer Londres. Tengo un viaje apalabrado a Canarias para conocer al churumbel de un colega mío de toda la vida. Nueva York y Boston siguen estando en el horizonte. Me encantaría encontrar tres semanitas de mi vida para recorrer la histórica ruta 66 entre Chicago y Venice Beach y conocer Estados Unidos en su dimensión más profunda. Sigo teniendo la espinita clavada de conocer París (no, el hacer escala en el Charles de Gaulle no cuenta). M quiere perderse en la Toscana 15 días. Supongo que Venecia es visita obligada en la vida… Quiero conocer Dublin y tengo entendido que Belfast debe ser muy chulo a la hora de fotografíar…
Pues todo este berenjenal es el que tengo ahora mismo metido en la cabeza solo a cuenta del viaje a Japón. Que cunde. Proximamente, la segunda entrega….