Gracias a cierta gañanada que cometí en la elección de una película (*suspiro* IronSky *suspiro*), la elección de M de esta película era no tanto evidente como esperada. Y allí que fuimos.La historia de una familia durante el tsunami que asoló las costas de Thailandia el 26 de diciembre de 2004.

Vale. Reconozco que no soy muy amigo de las historias «bigger than life» ni de las que te ponen el ojo tembloroso. Y es que en esta película hay un par de momentos en los que te pones blandito. Ojo. No es una peli sensiblera. El problema (o por lo menos, MI problema) es que yo no voy al cine a pasar un mal rato. Es una sensación de agobio, de angustia, de sufrimiento, de mal cuerpo continuado que, aún reconociendo la excelencia técnica y de los actores, mi sensación al acabar la película es que preferiría haber visto algo peor de calidad, pero más ligerito.

Porque la peli no ahorra detalles. La escena del tsunami es bestial, las tribulaciones de la familia por volver a reunirse te llegan al alma, todo es caótico, te pones en la piel de todos los protagonistas, … hay secuencias que se las podían haber ahorrado, por crudeza (hubo gente que se levantó de la sala y se piró en un momento dado) y gratuidad. Vamos, que no es una película para disfrutar EN la sala. Se disfruta después. Pero en el momento, solo tienes ganas de que todo acabe. De alguna manera, buena o mala. Pero que acabe.

E insisto. Yo para eso al cine no voy. A mi el cine me sirve como valvula de escape, donde intento elegir películas más o menos simples, divertidas o entretenidas. Pero no que me agobien o que lo hagan pasar mal. Puedo soportar una peli profunda cada X tiempo, pero no, desde luego, cada vez que entro a una sala. Y menos, si es agobiante como es el caso. Eh, técnicamente impecable. Efectos especiales de la leche. Actores muy buenos. Pero lo uno no quita lo otro. La estoy disfrutando una vez que he salido de la sala. No mientras la veía. He dicho.