Descubrir la fama de violento de Oliver Stone a estas alturas es como deducir que Telecinco es una mierda pinchada en un palo. No por ser obvio, sino porque toda su filmografía tiene escenas en las que la violencia alcanza cierto grado de magnitud que no lo hace un plato de gusto para todos los espectadores.
Pero sin embargo, en este filme, yo diría que, a pesar de que las escenas violentas son muy brutas, estamos ante una versión comedida del uso de la violencia, que no se convierte en abuso. No por falta de oportunidades, porque una vez que se abre el grifo, lo dificil es cerrarlo. Y despues del primer tiroteo uno piensa que todo se va a ir al garete y que incluso Quentin Tarantino cerraría los ojos preveyendo lo que se viene por delante.
Pero no. Y esa es la sorpresa de la película. No es tanto un ejercicio de violencia gratuita como un relato realista acerca del tráfico de marihuana entre las fronteras norte y sur californianas. Donde, como en toda transacción comercial, existen tensiones. Dos de los mejores productores de hierba al norte de la frontera son chantajeados a vender su negocio cuando un cartel mejicano secuestra a la chica de ambos. Premisa que con otros directores (Tarantino, Rodriguez…) daría para una ensalada de tiros en el más puro estilo ochentero, se convierte en un ejercicio profundo de análisis de relaciones, amor, amistad, lealtad, corrupción y dinero. A ver, no es que sea LA película, pero me sorprendió gratamente encontrar otra cosa que no es precisamente lo que lleva la marca del director.
Plantel de secundarios de lujo. (ENORME Benicio del Toro, Salma Hayek, John Travolta), la pijotera protagonista de Gossip Girl Blake Lively como la chica de los protas, el prota de Battleship Taylor Kistch y el desconocido Ben Johnson. Ya digo. Bruta, violenta y explícita pero en menor medida de lo que me esperaba. Y tambien mejor de lo que me esperaba.