(Estos son los pensamientos derivados de la combinación de mucho sueño, mucha cerveza en vena y cinco canciones de mierda que el puto Dj tuvo a mal poner a eso de las tres, tres y algo de la mañana el viernes pasado)
Tengo suerte. Suerte de poder volver todos los años a un lugar donde todos nos conocemos. Suerte de que esas personas nos llevemos estupendamente. O razonablemente bien. Suerte de que las noticias se compartan. Suerte de que las buenas se celebren, suerte de que las malas sean compartidas. Suerte de que, a pesar de la hora, el lugar y el factor etílico, haya tiempo para un abrazo o un beso.
Esa suerte que deseo a todo el mundo. Esa suerte que año tras año renovamos en las fiestas del pueblo. Da igual que estemos 10, 20 o 30. Nadie es extraño y todo el mundo tiene una sonrisa. Por mucho sueño que se tenga. Por mucho alcohol que se haya bebido. Hay lugares que no son solo la localización física, sino la gente con la que te encuerntras.
El año que viene, más y mejor.