Es mi sensación. Últimamente los torneos internacionales de selecciones se convierten en una competición de «menos malos» en vez de encontrar al mejor. Ojo, no estoy quitando ningún mérito a la selección española de fútbol, campeona de los tres últimos grandes torneos del pelaje que me ocupa. Pero mi percepción es que no suele ganar quien mejor juega, sino quien mejor maneja el canasncio de sus jugadores y mejor aprovecha los fallos del rival. El deporte profesional de alto nivel ha llegado a un punto en el que los jugadores se convierten en robots con una semana de relax -y eso con con suerte-.
Eso implica que las 51 semanas restantes deben mantener un nivel de exigencia física muy elevado. Añadan la tensión psicológica, lesiones y la presión psicológica que supone la exigencia de ganar siempre. Eso agota. (lo cual no quita para decir que para lo que cobran, bastante poco se les pide, pero ese es otro tema) Y cuando llega un torneo internacional en junio, el jugador se encuentra en una disyuntiva: bajar un poco el pistón para no romperse y aflojar el ritmo de agobio mental o bien, aprovechar el escaparate internacional que suponen estos torneos para jugar la mano de un posible fichaje por un equipo mejor o buscar un aumento de sueldo en su club de origen.
Y así tenemos fallos clamorosos de jugadores internacionales contrastados frente a la irrupción en plan estrella de jugadores no demasiado conocidos. Y esta Euro ha sido un ejemplo más de esta situación que comento. No he visto nada más que los partidos de España. Y por gusto. Lo de tragarme un Grecia-Rusia hace tiempo que perdió el sentido para mí. Y me alegro por la selección española y por la gente que se haya llevado una alegría porque hayan ganado.
Pero no me alegro por quien está aprovechando este embotamiento de la sociedad para colarnos medidas de recorte estrella. Por quien parece que hoy no curra, tocando el claxón a eso de las 3 de la mañana, mamao perdido y vociferando «España, España!!» en mitad de mi calle. Eso ni es fútbol, ni es animar ni es nada. Es tener ganas de hacer el gilipollas y encontrar un motivo. El que sea. Yo hoy curro, la «Roja» no me va a pagar mi sueldo y, desde luego, no se me ha perdido nada en las celebraciones de esta tarde noche. En fin. Esta Euro (como el Mundial y la anterior Eurocopa) no me dicen nada más que hay una generación casi invencible de jugadores con ciertas características técnicas que han hecho que se marque un estilo reconocible por todo el mundo. Y que cuando se retiren, empezará una travesía en el desierto.
Nota 1.La final no tuvo color. Pero es que yo tenía clara una cosa: Italia ya había jugado su mejor partido frente a Alemania. Y todavía no se había visto a la mejor España. Y qué mejor momento que una final. Igual el marcador fue un poco excesivo contra una selección azzurra que, vista la competición, no merecía tanto castigo, pero el partido de ayer fue, a mi entender, el partido que los componentes de la selección española quisieron jugar en Surafrica contra Holanda en la final del Mundial y los oranje no les dejaron. E Italia pagó los platos rotos….
Nota 2. Si algo tenemos que agradecer a Vicente del Bosque los aficionados del Athletic Club es que, frente a viento y marea, haya convocado a Fernando Llorente unicamente para rodar anuncios. La renovación del delantero no será en base a la cotización adquirida en la Eurocopa. Mala jugada del riojano el haber forzado el impasse hasta despues del torneo europeo.
Todo tiene que ver en una Eurocopa/Mundial. El estado físico, el anímico… fíjate Francia que vino tan fuerte que todo el mundo pensaba que sería finalista y por culpa de los enfrentamientos dentro del vestuario la dejaron seca.