Ponerme malo me revienta. Pero si hay algo que me revienta más aún es ponerme malo… en fin de semana y/o festivo. Con la de cosas que hay para hacer o simplemente, no hacer, voy y cojo frío. Y claro, como ya me conozco sé que todo me afecta directamente al estómago.
Y así me desperté ayer, domingo, a las siete y poco de la mañana, desvelado, con un dolor de cabeza nivel «amputación» y con el estómago dando botes. De tal manera que, tras tirarme un rato en el sofá, tuve que salir disparado al baño, hacer lo que todo el mundo imagina, tomarme dos pirulas y volverme a la cama.
Los días de fiesta que estás enfermo no deberían contar para la vida. Es un día que dispones para hacer el tonto, el vago y lo que te de la gana y resulta que no puedo porque mi estúpido cuerpo ha decidido que un domingo es un buen momento para dar por saco. Y encima es que debo ser tonto, porque cuando me pasa en día laborable, intento ir a currar. Y que si me ven TAN mal, volverme a la cama. Estúpido sentimiento de culpa…
En fin, hoy estoy bien, a puntito de disfrutar el puente. 3 días. Me intentaré perder un rato y echar unas cuantas fotos. A ver que sale. Sean buenos!
Si de verdad estuvieses malito, no tendrías ganas ni de estar en el ordenador.
¡Anda déjate de excusas y tira pal cole!
Jou mamaaaaaaa! que no quiero iiiiir…. 🙁