No me hago ilusiones. Estas elecciones, salvo catastrofe y/o sorpresa mayúscula, tienen el ganador decidido desde hace mucho tiempo. Vaya por delante que YO no le votaré. No me convence la ambigüedad de sus palabras, esa fea costumbre gallega de responder una pregunta con otra y que pase de todo lo que sea definir acciones concretas. Da a entender que existe un programa oculto que, de hacerse público, le haría perder bastantes votos y lo único que hace es dejarse llevar, sabedor de que lo único que debe hacer es nadar y guardar la ropa hasta el 21 de noviembre, cuando, por fin, tras 2 legislaturas como candidato y líder de la oposición, ocupará la casa de la Moncloa.
Pero es que miro al otro lado y tampoco encuentro razones para dar mi confianza en el otro candidato. El único recurso que han utilizado es el «que viene el lobo!» y me parece la llamada desesperada de un grupo de personas apoltronadas que han visto como la situación les ha sobrepasado y no tienen más argumentos que dar. Porque el candidato de esta formación ha sido ministro del gabinete saliente y mandaría muchas pelotas que, como ha venido prometiendo a lo largo de la campaña, el sí que sabe qué hacer para sacarnos de la situación de crisis en la que estamos metidos. Me parece un ejercicio de cinismo que teniendo cinco millones de parados (que se dice pronto, yo que lo he vivido) este señor diga que conoce las medidas a tomar para arreglar el tinglado y no las haya aplicado antes. Mucha gente estaría más tranquila.
No me encuentro especialmente ilusionado. Creo que las pasadas elecciones locales dieron la pista por donde van a ir las cosas. Hay gente cabreada, se exige un cambio de paradigma político. Pero son (somos) pocos y lo único que se consigue es hacer ruido. Como ya dije en su momento, la sociedad optó en su momento por cambiar de acera pero sin cambiar de visión. Seguimos gobernados por los mercados económicos y gane quien gane, mucho me sorprendería que no nos cayese un rescate económico al estilo de Portugal y Grecia. Son los mercados, bancos y especuladores los que realmente gobiernan y toman las decisiones. Aquí y en todos lados. «It’s capitalism, bitch!» por mucho que nos duela.
Votaré. Sin ninguna ilusión. Por deber cívico. Pero mi deseo para el 21 de noviembre es poner tierra de por medio. Porque si hasta ahora nos daban por todos lados, ahora vendrán a cara descubierta y legitimados. Y tendré el consuelo de poder decir a los que tengan los huevos de quejarse habiendo votado a lo que probablemente gane, que no deberían hacerlo: Tienen lo que han votado.
(La nota al pie habitual de estas entradas. No es un blog de política, no quiero entrar a una discusión barriobajera. Es mi opinión y como tal, la expreso en mi blog. Comentarios bienvenidos. Insultos y trolleos, serán borrados inmisericordemente. Gracias por entender las reglas del juego)
¿El otro candidato? May me cago en tus muelas. Creía que nunca te tendría que recordar que hay mas partidos y que si no tienes clara la cosa hay por internet una web que te dice que partidos son a los que hay que votar en cada provincia para joder el mayor número de escaños a PPSOE
A veeeer…. que una cosa es que sea el Otro candidato con alguna posibilidad y otra muy diferente es que ningunee al resto de candidatos. Que quede claro que la cuestión es votar. Y no a estos dos impresentables. Pero votar.
Suscribo punto por punto tu sentimiento sobre estas elecciones. A mí me pasa igual. Votar sin ilusión es muy mala cosa. Pero es que a día de hoy ninguna propuesta ilusiona, es más, el día 21 no va a ser un día ilusionante, va a ser el comienzo de más desencanto. Así están las cosas compañero. Salud!