Recordemos. A veces, es bueno recordar. Gracias a una genialidad contable de algunos bancos norteamericanos, las hipotecas que en plena bonanza económica se concedían como churros, pasaron a formar parte de paquetes de activos en vez de pasivos exigibles. Y se negociaba con ellos, «contaminando» todo el sistema bancario. Todo iba bien hasta, que de repente, las burbujas inmobiliarias hicieron «Puf!» y de repente, todo el mundo quiso recuperar sus activos.
Activos que no existían, por si no ha quedado claro. Solución: recurrir a papá Estado para que pague la juerga que los bancos, adolescentes hormonados e hipervitaminados, se habían corrido a lo largo de estos años con el cachondeo de las hipotecas subprime. El mensaje fue claro: Si la cosa te sale bien, todo el dinero para tí. Si la cosa te sale mal, tranquilo, que la ronda pagamos todos.
Si hay algo que no alcanzo a entender es como, despues de la que han liado, los banqueros tienen la cara tan dura de solicitar leyes más liberales en relación al mercado económico. O que puedan salir impunes despues de jugar con la vivienda o con las ilusiones de personas que no tienen más culpa de tener una necesidad. De acuerdo, son banqueros. Pero también deben tener una responsabilidad. Escudarse en la empresa de la que forman parte me parece una salida cobarde. Porque se supone que cobran, y no poco, por la responsabilidad del cargo que desempeñan y al final, las empresas (y los bancos también) no son más que grupos de personas. Con diversos grados de responsabilidad.
Vamos, pero por lo visto aquí se trata de hacer como en la película: Coge el dinero y corre. Casos como el de Islandia, donde los ciudadanos, en referendum, han decidido que los bancos (y los banqueros con su patrimonio particular) paguen sus desmanes, aquí no serían posibles. Porque todo está enraizado con los bancos. Da igual el partido que esté en el poder y da igual la institución de la que se esté hablando. Tú me rascas ahora, yo te rasco después.
Claro que los bancos ingleses y holandeses están preocupados con el tratamiento de la crisis que se está gestando en Islandia. Por supuesto que no se abren los telediarios con lo que ocurre en el país nórdico. No es que no interese. Es que interesa más que no aparezca. Y para eso, se distrae la atención con los «rescates» (odio esa palabra) económicos de Portugal, Irlanda y Grecia. Y odio el término porque más que un rescate es todo lo contrario, es un secuestro a esos países. Generas una deuda a pagar en 30 años. Y estos países deben reducir los servicios públicos a niveles tercermundistas para conseguir sacar la deuda adelante. Es como si, despues de que la policía te libere de un secuestro, tengas que pagar al secuestrador los daños en su casa. Una aberración, vamos.
Pero así nos va. Y si creíamos que ya estabamos jodidos, espera que ganen las elecciones los de la gaviota. Bueno, a ellos no se les puede reprochar nada. Nunca han dicho que no harían ciertas cosas que la supuesta izquierda de este país ha hecho…