La festividad de Santo Tomás, en el País Vasco (no sé en otros lugares), se celebra poniendo una feria en un lugar céntrico donde los baserritarras (aldeanos) exponen y venden sus productos.
En el caso de Bilbao, el Arenal, la plaza del Arriaga y la Plaza Nueva se llenan de puestos. Esto, aprovechando las fiestas que se avecinan y que la feria está a tiro de escupitajo del Casco Viejo, hace que la afluencia de gente sea masiva. Todo el mundo aprovecha para dar una vuelta, disfrutar del ambiente, hacer las últimas compras de comida, regalos y productos navideños y tomar un txakoli, una sidra y un talo con chorizo.
Claro, que, algunos, entre los que me incluía, obviabamos la parte de las compras y nos dirígiamos directamente a la parte alcohólica del mercado de Santo Tomás. Y claro, unas triscas a media mañana de escándalo. Y una resaca a media tarde aún mayor. Vamos, lo que se viene a denominar «pedo mañanero» histórico.
Y el caso es que lo echo de menos. Hace más de tres años que no piso el Arenal en Santo Tomás. Si, incluso con mi fobia a las multitudes, es algo que añoro bastante. Risas, socializar con gente a la que hace tiempo que no ves… Santo Tomás, como le explicaba un amigo mío a un extranjero viviendo en este país, es una fiesta donde se honra al apóstol brindando en su honor. Como el resto de las fiestas de la geografía española.
En fin, que nadie me reserve un talo. Probablemente, para el día 24, que es cuando voy para allá, ya esté malo.
Nos tomamos la proxima semana uno en la Granja, que hay talos todo el año, y ademas de queso, que estan cojonudos.
Un abrazo.