Escribir en caliente y con pensamientos salidos por debajo del esternón (es decir, con estómago o gónadas) no suele traer nada bueno. Igual tiene que ver el calentón, que es una cosa que no ayuda nada. Claro que son pensamientos que llegan claros y diáfanos, como bofetones a la jeta. Duros de pelotas y poco elegantes. Que enervan cada vez que los retomas, hasta que llega un punto en el que estás insensibilizado.
Y ese es el momento en el que puedes compartirlo. Porque no te va a afectar. O por lo menos, no más de lo que te ha podido hacerlo a lo largo del tiempo que has estado rumiando tu puteo e ira. Vayamos por partes:
No puedes ir trazando líneas en la arena arbitrariamente para clasificar al resto del mundo. Primero, porque yo no califico. Es una de mis normas no escritas. No juzgo porque es poner las bases para que se me juzgue a mi. Pero si un día te levantas y coges a todas tus amistades y amigos y empiezas a decir «tú no, tú no, tú no, tú si, tú no» solo mereces irte a vivir a una isla desierta. Me da igual qué cojones de filosofía de vida hayas empezado a seguir. No te juzgo. Unicamente no comparto ciertas actitudes que has adquirido. Pero te respeto.
Y no es porque no sepa que no tengo fallos. Claro que los tengo. Intento arreglarlos y, cuando no es posible, reconocerlos. Si tengo una relación contigo, es a pesar de los tuyos. Porque sé que yo también tengo defectos. Chíllame por ellos, házmelos notar o vete a Devoluciones a ver si te retornan el botijo por el que me cambiaste. Lo que no puede ser es que antes, donde hubiese gris, todo era blanco. Y ahora -o cuando se te cruzó el cable-, el mismo tono de gris -yo- fuese negro. Y todavía tienes los cojones, los SANTOS cojones de pedir perdón, EXIGIR respeto.
No puedes pretender aprovechar mis defectos para empotrarme en esas categorías «ad hoc» que te has creado para el resto del mundo. Porque te has puesto por encima del bien y del mal y te dedicas a clasificarme. Y no te lo pierdas: si yo intento hacer lo mismo, me insultas.
¿Respeto pides? Lo siento, no mereces ni siquiera el que se concede por el beneficio de la duda. Por muy elevados que creas que son tus ideales. Quiero que se te quede grabado, porque parece que es algo que no entiendes: Exiges el respeto que no das. Y para eso, para sentirme humillado, mamoneado e insultado, hay un sitio donde te puedo mandar.
Por la calle de enmedio.
(Para los que seguís mi Twitter, esta es el pensamiento ampliado de 1, 2 y 3, que creo que no quedó claro del todo. Ah, si. También desactivo los comentarios. Es de estos post intimistas que quedan solo para lectura y no discusión. Por supuesto, quien quiera decir algo, sabe como encontrarme)