Ese es el título de una balada estupendísima de los Guns n’ Roses. Pero ayer, mientras volvía de comer con los compis del curro, me dí cuenta de un hecho: Estamos en Noviembre, eran las cuatro de la tarde y de los cinco que volvíamos a la ofi, cuatro íbamos en manga corta. A ver, en la meseta, por las mañanas se nota algo de fresquito, pero por las tarde te sobra todo lo que te hayas podido poner para evitar el fresco.
Y he de reconocerlo. Echo de menos la lluvia de Bilbao, el sirimiri cabrón que no sabes de donde viene, el viento en la cara y la humedad. Amos a ver, que no todo es malo: las coladas se secan en un pispas aunque haya cero grados de temperatura y conducir con la carretera seca es un placer. Aquí lo único que consigo es frío de pelotas. Y qué leches, es Noviembre. Debería llover.
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¡Qué dices!
Un noviembre a 28 grados es una pasada.