(Fuente: wikipedia)

He hablado más de una vez de la extraña relación que tengo con mi hermano. La ecuación es sencilla: El nivel de puteo que gastamos el uno contra el otro es inversamente proporcional a la distancia a la que estemos multiplicado por un factor corrector de tiempo. Es decir, en otras palabras

P = (1/d)*t

Bueno, por ponerlo más en prosa, digamos que nos llevamos a matar. Y que cuanto más tiempo pasamos sin vernos, la cosa mejor está. Pero, como bien dice el proverbio árabe (muy apropiado al caso como veremos más adelante): «Yo contra mi hermano, mi hermano y yo contra mi primo, mi primo y yo contra el mundo» Y es que, citando a una persona que se hizo famosa por cepillarse a un torero, «yo por mi familia, MA-TÓ«. Y me hermano, según lo que dicen mi madre y todas las pruebas médicas que conoce la ciencia, es familia mía.

El caso es que el hombre se ha estado quince días perdido por esos mundos de $deity. Por decirlo rápidamente, la compañía para la que trabaja ha ganado un concurso para llevar emigrantes senegaleses a Medina (Arabia) ida y vuelta. Y se ha pasado esos quince días entre Africa y Arabia. El caso es que el jodío se ha acordado de mi y de mi extraña afición a las camisetas raras de fútbol.

Y se me ha plantado con una camiseta de la selección nacional de Senegal con el número once. La de Diouf, el jugador del Manchester.

Nos llevaremos mal, pero es que detalles como estos me desarman, me desarman…