Bueno, hoy me he levantado peleón y quiero pisar un par de callos. Avisados quedáis.
Reconozco que lo que viene a ser la música nocturna en fiestas populares y demás no termina de gustarme. El rechuntachunta al cuadrado, Bustamierda y KKsbal (me NIEGO a poner su nombre en este blog) y Shakira me acaban poniendo de mala hostia. No tanto por escucharles, que, según el día y el momento, pues bueno, es lo que toca sino por la reiteración. Parece que, al final, no hay más donde rascar. Mención especial es lo de Shakira, que lleva, a lo tonto, a lo tonto cuatro o cinco años con un single para el veranito… y mi paciencia tiene un límite… porque una cosa es que versione (bastante bien en mi opinión) el Back in Black de AC/DC y otra es que ya se le permita todo.
Pero bueno, este no es el objetivo ni el tema de este post. De un tiempo a esta parte, estoy notando un incremento en las reproducciones de temas de Marea o La Fuga en chiringuitos y demás locales festivos. Vaya por delante que no tengo nada contra ellos. Es un rock urbano, bebiendo directamente de fuentes como Extremoduro. Lo que me chirría es que son letras pretendidamente filosóficas escritas en un lenguaje simple, directo y llano. Cosa que está bien para escuchar en casa o en el coche conduciendo.
Pero no es música festiva o alegre. Lo que observo es que cuando suena algún tema de estos grupos que comento en algún recinto festivo todo el mundo deja de saltar y bailar y se pone a berrear el estribillo (supuestamente la parte con más significado de la canción) al oído ajeno más cercano. Y preferiblemente, a grito pelado.
Y es en esto en lo que se han convertido. En grupos de letras de filosofía urbana (más o menos válidas y/o creíbles según el día) berreadas por coros de borrachos que hacen suyas las experiencias que narran las canciones. Que si, que estoy provocando un EPIC! flame y que habrá gente que dirá que, por ejemplo, la letra del Highway to Hell no es que sea la mayor joya literaria del universo. Pero por lo menos, puedes saltar, empujar y hacer headbanging y pasartelo en grande mientras suena.
Pero es que yo no encuentro la diversión a que un zombi amuermado y borracho te cante cosas sobre la vida y el amor mientras se apoya en tu hombro. Por muy bebido que ande yo también. Y si lo extrapolamos a todo un recinto de chiringuitos ya ni te cuento. Ojo, no me meto con los grupos. Me meto con lo que se ha transformado su música. Así que ala, se abre la veda: zúmbenme a gusto
Pues a mi me parece perfecto. Cantar es el segundo deporte nacional y si son canciones míticas de la juventud (o no), pues mejor que mejor.