Hoy me he levantado un poco cebolleta y voy a comentar un poco el fenómeno actual de enaltecer el frikismo.
Es curioso que siempre haya sido el raro. En un ambiente masculino testosterónico, a mi me gustaba más leer y que me dejasen en paz. El juego colectivo no me entusiasmaba (spoiler: Edurne tampoco parece muy sociable) y si tenía que participar en algo, elegía el baloncesto. Herejía en este mundo dedicado al balompié, pero no es lo importante. El caso es que disfrutaba mucho con la lectura, con el cine, con dibujos animados. En una preadolescencia en los 90, no existía internet y el mercado friki no era, ni con mucho, ni el 10% del actual.
¿Con esto qué quiero decir? Que primero, el mito de la soledad del friki como bicho raro es totalmente cierto: nos refugiabamos en nuestra soledad porque era dificil encontrar otras gentes con gustos similares y lo más habitual era recibir un vacío en las actividades sociales. He dicho vacío porque reconozco que en mi caso particular, no he llegado a sentir un desprecio o un abuso que no hubiese sido denunciado (hasta cierto punto, pero eso es otra cosa que va con mi manera de ser y no es la historia que toca hoy).
He tenido suerte de encontrar, ya con la edad, y en plena adolescencia, una serie de amigos y conocidos en mi vida que me han acompañado compartiendo experiencias (cine, rol, manga, videojuegos) y gustos. Y es gracias a ese grupo que tengo placer de poseer cierta cultura, ese humor raro que todos los frikis compartimos y una serie de vivencias en mundos de fantasía que me han aportado un trasfondo a aplicar en la vida real. Todo ello completado con una esposa maravillosa que ha visto y vivido lo mismo que yo en la misma época y que me complementa perfectamente en ese aspecto.
A lo que voy es que ahora mismo, millenials y adolescentes lo han tenido muy fácil para etiquetarse como friki. A Internet, a las distribuidoras y a las editoriales han llegado esos niños con gustos raros que no iban a servir para nada viendo dibujos japoneses. Y es curioso, casi todos ellos a puestos de responsabilidad, donde han aplicado y trasladado sus gustos para inundar el mercado con las tendencias que ahora mismo lo están petando y que, a mediados de los 90, ni siquera hubiesemos alcanzado a soñar con ello.
Insisto. Es fácil ser friki ahora, siguiendo 4 animes a la vez, dos series de netflix, cuatro shonens, Fortnite y CoDWZ y estar pendiente de los últimos rumores y noticias de Marvel. Comics y Studios. Lo realmente jodido era enterarse de noticias del mundillo, patearse librerías para encontrar un ejemplar de Dragon (cuando se publicaba) o DBZ y sacar chispas al cartucho de Sega o Nintendo que te habían dejado en clase para el fin de semana e intentar devolverlo el lunes diciendo que te lo habías pasado.
No como ahora, que grandes almacenes y tiendas de electrónica parecen Akibahara cuando lo soñabamos de más ternascos. Cuando entras a la FNAC y dices «A ver qué encuentro» y «Joder, qué pena no tener pasta para llevarme todo». Cuando hace 30 años encargabas por catálogo rezando para que tuviesen lo que querías y que no se demorase, solo confirmando el pedido cuando habías ahorrado para tener lo que necesitases para pagar el contrarrembolso por Correos. La gente se queja de las empresas de mensajería, pero había que ver lo que era Correos en su época….
En fin, batallitas del abuelo que me apetece compartir. Me he levantado nostálgico hoy…